Era enteramente hombre, pero enteramente Dios. Era completamente humano y completamente santo. Las mismas manos que hicieron el trabajo de un carpintero rudo realizaron milagros. El bebé indefenso en el pesebre se convirtió en el Salvador supremo del mundo. El maestro narrador Max Lucado presenta la vida de Jesucristo en un sorprendente contraste, revelando las irresistibles cualidades humanas y las innegables características divinas de Jesús.